sábado, 13 de junio de 2009

Una Oportuna Ayuda


FESTINIÑO

Hacía calor aquella tarde en todo el monte. El sol apretaba con sus rayos, y la tierra estaba reseca, en especial el hormiguero donde, junto a su familia de más de un millón de hermanas, vivía mandíbula, una hormiga muy trabajadora y eficiente.

Mandíbula sentía sed por ese sol abrasador, así que decidió dejar a sus compañeras en la galería subterránea y subir hasta la salida del hormiguero. Allí, se sumó a una hilera de hormiguitas que marchaba hacia un matorral, bordeando el arroyo.

Cuando pasaron cerca del agua, mandíbula se trepó a una piedra y abrió su boca sedienta...
Pero pisó con tan mala suerte, que resbaló y cayó en medio de la agitada corriente.
Desde lo alto, una paloma que vivía en un árbol alcanzó a verla patalear desesperada.
Sin pensarlo dos veces, bajó en vuelo rasante, levantó una ramita, y la dejó caer por donde pasaba mandíbula.

Empapada y temblorosa, la hormiguira se aferró a la rama salvadora, y así, aunque muy asustada, pudo volver a la orilla.

-¿Cómo pudo pasarme esto?- dijo la hormiga. -¡Esa paloma que fue ángel guardián!
Todavía no había terminado de escurrirse y de acomodar sus antenas, cuando escuchó unas pisadas que supuso eran de un hombre.

Si, se trataba de un cazador que, sigilosamente, se acercaba apuntándole con su escopeta a la reciente salvadora.
La hormiga mandíbula era testigo de todo. Rápidamente se compuso, respiró hondo y, justo cuando el cazador afinaba su puntería, se acercó lo más rápido que le permitieron sus patitas y le aplicó un mordiscón tan fuerte y hormigoso, que el hombre abrió la boca como un cocodrilo y gritó ¡ayyyyyy!, tirando la escopeta contra las piedras.
La paloma, ignorante de todo esto, siguió en su rama acomodando sus plumas, y ni se enteró de la ayuda oportuna de mandíbula.
Estaba tan contenta por haber podido ayudar a la hormiga a salvar su vida, que sentía un maravilloso bienestar, el bienestar que sólo se experimenta cuando uno ha hecho una buena acción sin esperar recompensa.
Pero la hormiga igual no necesitaba reconocimiento alguno, le bastaba con saber que había podido defender a su salvadora. Jamás olvidaría que, gracias a la generosa y desinteresada palomita, ahora estaba sanita y feliz, volviendo a su hormiguero donde la esperaba su enorme familia, a quienes aliviada, relataría su aventura.
Moraleja: “Siempre reconocerás con una ayuda valiosa a quien te dio, tiempo atrás, una mano generosa”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario