Los investigadores encabezados por Sean O'Donnell, profesor de psicología en la Universidad de Washington, encontraron que una región importante en el cerebro de una avispa primitivamente social se desarrolla mejor en las hembras dominantes que en las subordinadas.
Este hallazgo, el primero de su tipo, contrasta con la mayoría de trabajos anteriores sobre el desarrollo del cerebro de los insectos sociales. Esos estudios se hicieron sobre especies muy sociales con tamaños grandes de colonia. Entre estas especies, la edad desempeña un papel importante en la ejecución de tareas, y las obreras que dejan el nido para forrajear generalmente han desarrollado mejor sus cerebros.
Los investigadores encontraron un patrón opuesto en una avispa primitivamente social. Aquí, las hembras dominantes (que se quedan en casa) tenían un desarrollo mayor del cerebro. En esta especie, las interacciones de dominancia directa entre las hembras determinan la ejecución de tareas. Para explicar el desarrollo del cerebro, eran más importantes la dominancia y las interacciones sociales que las tareas de forrajeo.
En este nuevo estudio, O'Donnell y sus colegas de la Universidad de Texas analizaron el desarrollo del cerebro de la avispa primitivamente social Mischocyttarus mastigophorus del bosque tropical nuboso cerca de Monteverde, Costa Rica. Estas avispas viven en colonias cuya población varía desde varios individuos hasta varias docenas, y donde la división de labores es gobernada por la agresión.
Los investigadores examinaron ciertas áreas del cerebro de los insectos. Los datos mostraron que esas áreas eran más grandes entre las reinas y las hembras que permanecían dentro del avispero. Esto es lo opuesto a lo que varios investigadores han encontrado entre las especies muy sociales con grandes tamaños de colonia. En tales especies muy sociales, generalmente las obreras que dejan el nido para forrajear tienen cerebros mejor desarrollados.
Parece claro que las colonias primitivamente sociables eran la situación ancestral, y que las colonias muy sociales se desarrollaron y evolucionaron a partir de ellas.
Esta investigación sugiere que el comportamiento de ejecución de tareas y el desarrollo del cerebro han cambiado de una manera fundamental en los insectos sociales que forman colonias complejas y grandes, con respecto a los insectos primitivamente sociales.
Este trabajo cobra gran importancia porque los insectos sociales son un modelo muy útil para entender el diseño de los cerebros y la relación que existe entre el diseño cerebral y la complejidad social. Y tiene implicaciones para la sociedad humana porque la evolución de nuestra propia sociedad puede afectar al desarrollo del cerebro.
La conducta social impone fuertes demandas sobre el cerebro humano.Los coautores del estudio son Theresa Jones, profesora de psicología, y Nicole Donlan, técnica de investigación, ambas de la Universidad de Texas.
miércoles, 7 de octubre de 2009
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