lunes, 8 de febrero de 2010

Cultivan insectos para consumo humano en Costa Rica.


El día en que los restaurantes sirvan saltamontes al ajillo o brochetas de larvas de escarabajos a la parrilla está cada vez más cerca, según científicos que iniciaron en Costa Rica el cultivo de insectos para consumo humano.

Entomólogos costarricenses esperan que los insectos sirvan en un futuro cercano como alimento en este país, igual que en Benín, nación de África desde donde partieron muchos esclavos que llegaron a Centroamérica en la época de la colonia.

El programa de cultivo de insectos, que cuenta con financiamiento de Holanda, busca también reproducir hongos para consumo humano, tomando la experiencia de Bután, un país de los Himalayas donde este alimento es un preciado manjar, expresó Marianella Feoli, gerente de la fundación que coordina la iniciativa.

"Benín sabe mucho de consumo de insectos, Bután sabe mucho de consumo de hongos y Costa Rica aporta su experiencia en el manejo de la biodiversidad", dijo Feoli a AFP.

El programa es impulsado en Costa Rica el Instituto Nacional de la Biodiversidad (INBío), una ONG creada hace 20 años que ha levantado catastros de las especies animales y vegetales del país, y cuyos entomólogos han viajado a Benín a conocer la experiencia del consumo de insectos.

"En otros países hay restaurantes gourmet que sirven insectos", dijo el entomólogo Manuel Zumbado, a cargo del proyecto junto a su colega Carlos Hernández.

"Al principio la gente piensa que uno está un poco loco, pero veo esto como una gran alternativa, no como alimentos de supervivencia, sino como algo cultural", declaró Zumbado a AFP.

En los laboratorios de INBío, en Santo Domingo de Heredia, localidad cercana a San José, los científicos están trabajando en la reproducción de varios tipos de insectos autóctonos que pueden servir de alimento.

Zumbado, quien ha comido insectos en su país y en su reciente visita a Benín, mencionó entre éstos a las esperanzas, un tipo de saltamontes con largas antenas que abunda en los bosques y zonas rurales de Costa Rica.

También tienen potencial las termitas, saltamontes de varios tipos, larvas de escarabajos y larvas de mariposas, entre otros, dijo el científico.

"Las esperanzas al ajillo saben mucho más rico que los camarones. Vale la pena probarlas", dijo el científico. "Se pueden cocinar fritas o también hacer pinchos (brochetas) con cebolla asados al fuego".

"En Benín me decían: preferimos los insectos al pescado", dijo Zumbado, quien explicó que en ese país no cultivan los insectos, sino que son capturados en ciertas épocas del año, por lo que su oferta en los mercados es estacional.

Para aportar la experiencia de sus países, están trabajando en el INBío una entomóloga de Benín, Elisabeth T. Zannou, y una experta en hongos de Bután, Ugyen Yangchen.

Zumbado cree que para lograr la aprobación de la gente es conveniente que los platos de insectos comiencen a ser ofrecidos por restaurantes y hoteles de lujo. Contó que ya está interesado en la idea un 'hotel boutique' de la provincia norteña de Guanacaste, principal destino turístico de Costa Rica, donde pretenden servirlos con un vino apropiado.

"Yo pondría caro el plato para que la gente lo aprecie", expresó el entomólogo.

martes, 2 de febrero de 2010

Buscan respuesta a conductas inexplicables de animales.


La etología y la sociobiología son las ciencias que estudian el comportamiento animal. Sin embargo, existen diversas acciones animales que sobrepasan el entendimiento de la etología o cualquier otra ciencia relacionada; entre ellas se encuentran el suicidio colectivo y la capacidad de predecir temblores.


Suicidio en masa. Durante el 2009, en Suiza, 28 vacas decidieron saltar por un acantilado; mientras que en California, Estados Unidos, decenas de calamares gigantes optaron por varar en la playa. Al otro lado del mundo, en la región de Jatinga, India, cientos de aves se quitaron la vida al lanzarse contra el suelo, de manera premeditada.

Científicos de diversas partes del mundo han tratado de explicar este suceso. Por ejemplo, investigadores indios creen, sin haber confirmado nada, que las condiciones atmosféricas de diferentes zonas del planeta llegan a confundir a los animales, haciéndoles perder el sentido de dirección, lo que ocasiona que se estrellen contra la tierra o se salgan del mar.

Las abejas están desapareciendo. Al parecer, la población de abejas ha venido en declive desde hace años, y nadie sabe por qué. La baja en el censo de estos animales comenzó en 1972; sin embargo, la caída dramática se notó en el 2006. La disminución se ha observado, principalmente, en India y Brasil.

Por su parte, las colmenas españolas se están quedando vacías. En unos meses han desaparecido 290 mil millones de ejemplares. Lo llaman "síndrome de desabejación". El director del Centro de Apicultura Ecológica de la Universidad de Córdoba señala que posiblemente estas muertes se deban al uso de insecticidas en los cultivos, indica el sitio fapas.es

Una de las tantas explicaciones que "intentan" resolver el origen de la desaparición de esta especie sugiere que los plaguicidas están terminando con las abejas. Otros, señalan a la radiación del teléfono celular como la causa.

Hormigas con inteligencia colectiva. Estos insectos están organizados en colonias; de hecho, han llegan a construir pequeñas ciudades perfectamente funcionales. Científicos comentan que estos grupos pueden regular su temperatura colectiva, decidir sus mudanzas y coordinar ataques cuando son agredidas.

Biólogos de Estados Unidos opinan que las hormigas, de manera individual, llegan a ser torpes; sin embargo, sugieren, sin aportar más pruebas, que en grupo se las arreglan para hacer buenas decisiones.

La página cruzandopalabras.idoneos.com comenta que todo el hormiguero logra comunicarse y tomar decisiones relevantes para la continuidad de la comunidad. Lo que cada hormiga sabe del todo es limitado, pero la suma de diferentes pequeños fragmentos de información, permite una conducta colectiva claramente conveniente para el grupo.

Predicciones de terremotos. La mayoría de los animales tienen la extraña habilidad de saber cuando un temblor está a punto de suceder. Algunos, incluso, logran detectar que algo está mal con la "Madre Tierra" hasta con una semana de antelación, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. La habilidad antes señalada se le adjudica más a gatos, perros y ciempiés, quienes suelen abandonar el área cuando ellos sienten la llegada de un moviento telúrico.

Algunos etólogos comentan que, quizá, esta capacidad se debe a que dichas especies poseen un "súper sentido" relacionado con la capacidad de captar las ondas sísmicas, los cambios posibles de los campos magnéticos y las modificaciones de las aguas subterráneas.

En Beijing, una ciudad sismica, ha querido utilizar el "recurso animal". Sucede que en esta urbe se estableció una estación de detección de terremotos en una reserva natural, la Reserva Natural de Beijing del distrito de Daxing, en la cual se utilizarán 50 caballos, burros, serpientes, tortugas, ranas, ciervos y pájaros, entre otros animales, como sensores.

Las abejas reconocen rostros humanos.


En su vida cotidiana, las abejas no tienen necesidad de ser capaces de reconocer rostros humanos. Sin embargo, en 2005, cuando Adrian Dyer, de la Universidad de Monash, entrenaba ejemplares de estos insectos fascinantes para asociar imágenes de rostros humanos con sabrosos trozos de azúcar, parecían ser capaces de hacer precisamente eso. Sin embargo, Martín Giurfa, de la Université de Toulouse, Francia, sospechó que las abejas no estaban aprendiendo a reconocer a la gente.

"Dado que los insectos fueron recompensados con una gota de azúcar cuando eligieron las fotografías humanas, lo que realmente veían eran extrañas flores. La cuestión importante era la estrategia que usaban para discriminar entre las caras", explica Giurfa. Para saber si los insectos pueden aprender la disposición relativa (configuración) de características en una cara, Giurfa contactó con Dyer y le sugirió que podían sistemáticamente comprobar qué características aprendía una abeja a reconocer para retener las fotos de caras de Dyer.

El equipo ha publicado su descubrimiento de que las abejas pueden aprender a reconocer la disposición de los rasgos faciales humanos en el último número del Journal of Experimental Biology.

Trabajando con Aurore Avargues-Weber, el equipo primero evaluó si las abejas pueden aprender a distinguir entre imágenes sencillas de caras. Usando caras en las que dos puntos representaban los ojos, una raya vertical corta para una nariz y una línea horizontal para la boca, Avargues Weber adiestró abejas para distinguir entre una cara donde las facciones fueran agrupadas y otra donde aparecieran separadas. Después de haber entrenado a abejas para dirigirse a una de las dos caras, recompensándolas con azúcar, probó si reconocía el patrón quitando la recompensa de azúcar y esperando a ver si la abeja regresaba a la cara correcta. Lo hizo.

Por ello, los expertos concluyen que las abejas fueron capaces de aprender las imágenes de la cara, no porque sepan lo que es una cara, sino porque habían aprendido la disposición relativa y el orden de sus características.

Las hormigas enfermas mueren voluntariamente en soledad.


Los entomólogos germanos han llegado a la conclusión de que la sacrificada actitud de las hormigas enfermas tiene como fin evitar contagiar el mal que padecen a sus compañeras y que optan por morir en soledad para preservar su comunidad.

Los expertos de Regensburg subrayan que comportamientos similares se han observado en algunos mamíferos, como es el caso de elefantes y leones, aunque hasta ahora no se han realizado grandes estudios para confirmar que una actitud así es sistemática.

En el caso de las hormigas, los entomólogos estudiaron sistemáticamente una colonia y comprobaron que las trabajadoras de la especie abandonan el nido cuando se sienten enfermas para morir sin compañía.

Los científicos germanos, que publicarán sus conclusiones en la revista especializada "Current Biology", subrayaron que el auto aislamiento de las hormigas en caso de enfermedad es voluntario y que no es forzado por sus congéneres sanas.