lunes, 21 de diciembre de 2009

Desvelan el mecanismo molecular de la metamorfosis de los insectos.

Investigadores de la Universidad de Minnesota en Estados Unidos han descubierto cómo la hormona protoracicotrópica (PTTH), una hormona producida por el cerebro, controla la metamorfosis de los insectos jóvenes en adultos. El estudio, que se publica en la revista 'Science', podría ayudar en el desarrollo de pesticidas más eficaces y seguros para el medio ambiente para controlar las plagas agrícolas y los insectos que portan patógenos humanos.

Los científicos saben desde hace un siglo que un neuropéptido derivado del cerebro conocido como PTTH controla la metamorfosis y aunque su secuencia específica se identificó hace 20 años, la forma en la que envía las señales al tejido endocrino ha seguido siendo un misterio hasta ahora.

Aunque los humanos no pasan por una metamorfosis, el paso de la infancia a través de la pubertad y el desarrollo de las características sexuales adultas también está regulado por un neuropéptido derivado del cerebro controlado por los genes, el ambiente y la nutrición. El conocimiento de cómo este proceso funciona en los insectos arroja luz sobre el desarrollo humano.

Según explica Michael O'Connor, responsable del estudio, "en su diseño global, la metamorfosis de los insectos es muy parecida al paso por la pubertad. Desde un punto de vista biológico, tanto la pubertad como la metamorfosis cumplen el mismo objetivo: proporcionar capacidad reproductiva para las especies en el momento adecuado del desarrollo". La hormona cerebral se vuelve activa cuando los insectos han alcanzado un umbral de peso corporal, que también es un desencadenante para la pubertad humana.

Los investigadores utilizaron para su estudio moscas de la fruta y polillas de seda, sin embargo, todos los insectos que pasan por una metamorfosis completa parecen utilizar este mecanismo de señalización, concluye O'Connor. Su siguiente paso es descubrir cómo los indicios ambientales y nutricionales regulan la producción de PTTH.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Las hormigas legionarias pueden ser compasivas.

Las colonias de hormigas legionarias, también conocidas como marabunta, habitualmente hostiles entre sí, muestran a veces comportamientos pacifistas y compasivos. Un nuevo trabajo realizado por un investigador del Harvard Museum de Comparative Zoology y colegas de la Universidad de Copenhague muestra que en algunos casos estas colonias puede cooperar en lugar de combatir.

En esos casos, cuando una colonia de hormigas legionarias pierde a su reina, sus obreras son absorbidas, no eliminadas, por las colonias vecinas, y en cuestión de días pasan a ser tratadas como si fueran miembros de la misma familia.

La investigación, conducida en en una zona rica en esta clase de hormigas en las estribaciones el Monte Kenia, se publica en la revista 'Proceedings of the Royal Society B'.

Las colonias de hormigas legionarias están gobernadas por una única gran reina que produce los huevos que dan lugar a todos los individuos de la colonia, y que puede producir millones de obreras. Cuando muere, las colonias desaparecen rápidamente, lo que suscita la cuestión de qué pasa con tantos individuos.

El trabajo fue conducido por Damiel Kronauer durante dos periodos de trabajo realizados en Kenia. Kronauer y su equipo siguieron la suerte de un total diez colonias de hormigas legionarias a las que se privó de reinas. Los investigadores perdieron el rastro de dos colonias pero observaron dos estrategias diferentes utilizadas por las ocho restantes.

La mayoría de las colonias sin reina, siete de las diez, simplemente se unieron a la colonia vecina --tal y como se determinó por análisis genético-- en la que las nuevas obreras perdían lentamente su olor distintivo y en días se convertían en miembros plenamente integrados.

En la décima colonia, las obreras optaron por la estrategia de producir una pequeña prole de hormigas macho aladas. Aunque éstas fueron retiradas para su análisis, en una colonia no alterada estos machos volarían en busca de jóvenes reinas sin pareja. Aunque esta estrategia proporciona una oportunidad para salvaguardar los genes de la colonia, la pequeña cantidad de machos producida concretamente 31 frente a los 3.000 de una colonia normal prueba que esta estrategia no puede resultar eficiente.

martes, 8 de diciembre de 2009

Cómo engañar a las abejas.

Las plantas contraatacan. Eso debió de pensar la despistada abeja que fue a matar a esta rara avis de China. Pero la noticia es que fueron cientos de abejas las que se fueron directas y sin hacer preguntas a por esta variante de Orquídea oriental. Este tipo de planta suelta una sustancia algo rara que enloquece a los abejones que se piensan que son atacados por la flor. La conducta extraño a los científicos que observaban las plantas al ver como las abejas se lanzaban con muy mala leche contra las pobres flores.

Tras numerosos estudios, los científicos se han quedado boquiabiertos. Esta forma de engaño natural ha descolocado a la comunidad de estudiosos que ni siquiera pudo con el antídoto de esta flor. De hecho, se probaron falsos aromas y este tipo de orquídea seguía sacando de quicio a los abejones. Lejos de las preguntas habituales, o de intentar averiguar porqué una flor se ha convertido en camicace, los analistas aprovechan para llevarse a su terreno el hallazgo obtenido.

En muchas ocasiones, este tipo de insectos puede acabar con la vida de plantaciones parecidas a estas, por lo que si hay un aroma que las atrae y las pone en guardia, lo mejor será aprovecharlo para crear antídotos contra la especie. Eso han debido pensar los analistas de laboratorio Si no puedes vencer a tu enemigo, clávale un machete de monte por la espalda y cuando nadie te vigila.

Los científicos chinos ya tienen en la cabeza un remedio para desarrollar trampas ambientales contra las plagas de abejones que les comen las cosechas y les revientan las frutas.